lunes, 2 de septiembre de 2013

El Mandil de Samuel Robinson (Simón Rodríguez)

Existe una creencia difundida en ambientes marginales al tratamiento serio de la historia donde suele profesarse, incluso hasta llegar al plano de la creencia religiosa, la idea de un Simón Rodríguez masón. Esto se debe a un concepto fanático que reconoce en todos los próceres civiles y militares de nuestra historia, como masones. Esta falsa creencia ha partido del proselitismo y del imaginario masónico del siglo XX, cuando la masonería se incorporó al culto público a los héroes de la patria, en un momento cuando sentía el vértigo de la decadencia.

Hasta mediados del siglo XIX, no se hizo pública y notoria en Indoamérica, la existencia institucional de la francmasonería, y desde entonces la gente común y corriente no ha tendido muy claro que es eso de masonería o de hacerse iniciar en sus misterios. Si alguien era reconocido como masón, ese reconocimiento solía provenir de las “hablillas del vulgo”. Tal fue el caso que nos comenta un detractor de las ideas y de la actitud tan “extraña” como el personaje que las profesaba. Me refiero a Ricardo Becerra, quien al parecer, no estaba nada de acuerdo con las ideas robinsonianas a cerca de la escuela.

            Esto se debió fundamentalmente a que se corrió el rumor de que en su escuela se estaban enseñando cosas que nunca se habían visto enseñar en la escuela. Pero más allá del maestro por necesidad está el filósofo por convicción. Una visión de mundo constituida por un eterno peregrinar, pero sobre todo un ser pensante y despierto que recorrió una buena porción del planeta palmo a palmo.

En este momento corregimos un texto que identifica al filósofo Samuel Róbinson como el propulsor de la fuerza liberadora, opuesto al concepto hegemónico de modernidad que nos condena a seres inferiores en tanto no inventemos sin temor a errar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario